Saliendo de Sangüesa por el camino oficial, en lugar de tomar el desvío a Rocaforte debemos continuar de frente por la NA-8603.

Vamos dejando la empresa papelera Smurfit Kappa hasta llegar a una rotonda, donde seguimos de frente por la NA-127 en dirección a Pamplona. A mano derecha sobrepasamos el polígono industrial de Rocaforte, prosiguiendo ya siempre por la carretera. Este primer tramo no es muy halagüeño y nos vemos abocados al asfalto durante varios kilómetros, siguiendo el curso del río Irati. Al llegar al hostal La Torre cruzamos el amplio aparcamiento y tomamos a la derecha la NA-2420, cruzando el Irati para entrar en Liédena. Unos metros después giramos a mano izquierda, tirando de frente por la calle Estación. Salimos a una pista de gravilla señalizada como Foz.

A los 600 metros terminamos en una pista paralela a la autovía A-21, que seguimos a la izquierda. Unos cientos de metros después pasaremos bajo la misma autovía (km. 6,4) y, algo más adelante, atendiendo a una tablilla verde y blanca que señala ‘Foz’, giraremos a mano izquierda. Por otra pista de tierra compacta nos dirigimos a la vera del río, alcanzando más de un kilómetro después la entrada a la foz (km. 8,5). Un túnel negro como boca de lobo da acceso al cañón calizo, sobrevolado con frecuencia por buitres leonados y alimoches. Un segundo túnel nos sacará de este hábitat rupícola que ofrece un paisaje único. Pasamos un área de ocio y, en breve, tomamos un desvío a la izquierda. A 200 metros giraremos a mano derecha (km. 10,5), siguiendo la pista agrícola durante más de un kilómetro. Salimos así a la carretera de la Foz para cruzar el río Salazar. Algo más adelante llegamos a la rotonda de entrada a Lumbier. Unos metros a mano derecha queda el hotel-restaurante Iru-Bide, donde podemos tomar un refrigerio y hacer acopio de agua para el largo trecho sin servicios que aún nos depara.

Un túnel negro como boca de lobo da acceso a la Foz de Lumbier. | CAMINOS PEREGRINOS

El Camino no entra en Lumbier, por contra gira a mano izquierda y reanuda su periplo por la NA-150 en dirección a Pamplona. Cogemos un camino asfaltado a la vera de la carretera y cruzamos el río Irati. Salimos de nuevo a la NA-150 y la seguimos durante 200 metros, tomando una pista pedregosa que nace en el arcén derecho. Transita a unos 150 metros de la carretera, sobre una zona de margas campos de cultivo y algunos viñedos (km. 12,5). A 1,7 kilómetros giramos 90º a la izquierda, torciendo a la derecha cien metros después. La nueva pista guía hasta la autovía A-21, que salvamos por debajo (km. 15,5). Medio kilómetro más tarde tomaremos, a mano derecha, otra pista descarnada que nos castiga con una recta de casi un kilómetro. Esta ya nos deja a las puertas de Nardués, pequeña población del municipio de Urraúl Bajo que deberemos visitar si queremos conectar con el camino oficial que viene desde Rocaforte.

Subimos por la carretera de acceso hasta el cruce de la NA-2420 y, ¡atención!: en el arcén opuesto, tras la isleta donde se hace el desvío, veremos unas flechas amarillas que animan a tomar un camino algo desdibujado (km. 17,5). Lo cogemos, sin desviarnos un ápice y acometiendo un gran desnivel. A medio kilómetro desemboca en una pista que seguimos a mano izquierda, enlazando en menos de 200 metros con el Camino oficial.

La ruta jacobea continúa su avance montaraz por la sierra de Izco, a caballo entre el paisaje atlántico y el mediterráneo, ganado altitud por una pista trazada en la linde del bosque y de los barrancos del Basobar y Avellanera. A 1,7 kilómetros de la unión de caminos vamos a dar con un portillo que indica Olaz, topónimo que rememora el núcleo de población abandonado a mediados del siglo XV (km. 13,9). Seguimos la pista, acompañados en ocasiones del zumbido de los aerogeneradores del parque eólico de Izco, cadencioso como el de una lavadora. Sobrepasaremos una nave ganadera (km. 15,2) y un kilómetro después un paso canadiense, situándonos después en el punto más alto de la jornada.

Seguimos la pista a la derecha, guiándonos en la bajada por las señales jacobeas. El camino a Izco, ya a menos de dos kilómetros, nos abre las puertas al valle cerealista de Ibargoiti, que se estira hacia el oeste entre las sierras de Izco, Tabar e Izaga, y donde despunta en lontananza la Higa de Monreal. Tras salir del pinar solventamos una recta de más de un kilómetro que avanza a la izquierda de la NA-2420 y la A-21. Lleva directamente a Izco, al que entramos superando un arroyo junto a un crucero. El albergue de peregrinos San Martín se encuentra al pie del frontón aunque actualmente se encuentra CERRADO.

La Higa de Monreal se distingue desde muchos puntos de la geografía navarra. | CAMINOS PEREGRINOS

Los que prosigan hasta Monreal deberán armarse de paciencia, sin fijar demasiado la vista en la Higa de Monreal (1289 m.), la dama de la sierra de Alaiz. Sin ninguna cota que le haga sombra alrededor, su silueta se distingue desde muchos puntos de la geografía navarra. Un par de kilómetros de pista parcelaria por los parajes de Linares y La Chabola separan Izco de Abínzano, donde recibe la iglesia protogótica de San Pedro, del s. XIII. Junto a ella encontramos una fuente.

Entre Abínzano y Salinas de Ibargoiti aguarda en torno a una hora de trayecto. Tras la iglesia parroquial se gira a mano derecha y, unos metros más adelante, a la izquierda, afrontando otra pista infinita de gravilla. A mano derecha nos despiden unas naves agrícolas, mientras fijamos rumbo noroeste hacia la Higa. Los campos de cereal, ondulados, se funden al sur con la sierra y sus eólicos, y progresamos siempre de frente, haciendo caso omiso a los caminos que parten aquí y allá. A la margen derecha, a la vera de algún arroyo, brotan algunas filas de chopos. El desnivel se torna favorable y el Camino cruza el barranco de los Sesur (km. 22,5), presentando posteriormente algunos toboganes. La pista terminará desembocando en la carretera que une Zabalza y Salinas (km. 24,4), que seguiremos a la derecha durante solo 100 metros, desligándonos de ella por un camino que progresa sobre la carretera. Nos lleva a cruzar el bello puente medieval del río Elorz. En la actualidad deberemos dirigirnos directamente hacia Salinas de Ibargoiti, que llegó a contar con ocho pozos de sal y donde hubo un hospital de peregrinos de la Orden de San Juan de Jerusalén.

Antes de llegar a la iglesia gótica de San Miguel, pasamos una nave y torcemos a mano izquierda, cruzando a unos cientos de metros el río Elorz. El tramo hasta Monreal nos dejará un buen sabor de boca, a cobijo del arbolado de ribera. A la entrada de Monreal, el Mons Reellus citado en el Codex Calixtinus como final de etapa, salvamos el cauce por un puente gótico con arco de medio punto y otro apuntado. A la salida, seguimos de frente por la calle de Santa Bárbara y torcemos después a la izquierda por la calle de la Corte. Unas escaleras conducen a la misma puert del albergue de peregrinos, que tiene en la parte de atrás un lavadero, un tendedero y una mesita de piedra.